Octubre: Mes que puso en jaque la imagen y comunicación de varios paises
La convulsión social trastornó la rutina de varios países y ciudades en el último mes. Octubre se convirtió en negro, que no solo interfirió en la tranquilidad de habitantes de grandes ciudades como Barcelona, Santiago y Quito; sino que sus efectos representaron cuantiosas pérdidas económicas y resquebrajaron la “imagen país” de naciones que no previeron el alcance de sus medidas y decisiones políticas.
Ecuador, España y Chile, en estos días, han sufrido serios destrozos en sus ciudades principales y divisiones sociales. El descontento popular se mezcló con violencia y, de cierta forma, el vandalismo se apoderó de estas ciudades.
En Ecuador aún no hay datos oficiales de qué porcentaje bajó el turismo externo por las manifestaciones, aunque a manera general se calcula que hubo una pérdida de USD 1.000 millones.
Por otro lado, el riesgo país se disparó en más de 820 puntos, según varios expertos económicos, lo que provocó que posibles inversiones y financiamientos internacionales se vieran frenadas poniendo un alto a programas de desarrollo social y nacional.
Pero, ¿qué tan clave ha resultado la comunicación en situación de crisis como país? Diríamos que fundamental. Tomaremos como análisis el caso de Ecuador.
La comunicación del gobierno demostró que no estaba preparada para una situación que se veía venir. Eso, sin contar con los mecanismos para socializar amigablemente sus medidas. Otro error fue que no calculó el alcance de las redes sociales (pese a que todos sabemos la importancia que hoy en día ocupan) y el poder de los ‘fake news’ para mover masas y emociones a favor de diversas tendencias.
En ciertas ocasiones su accionar se limitó a ser reactivo, es decir desmentir ciertas informaciones, más que comunicar lo que en realidad sucedía o se esperaba desde la ciudadanía.
Pero los desaciertos no terminaron ahí. Por varias ocasiones, durante estos 11 días, se anunciaron Cadenas Nacionales que no se concretaron en el horario señalado y otras que, cuando se cumplieron, terminaron en propaganda gubernamental o anuncios de segundos que dejaba al país con más dudas que aciertos.
Fueron en pocas ocasiones, en los discursos transmitidos por el Presidente, Lenin Moreno, en lo que se incluyó el mensaje de “Unidad Nacional”. Para él, esa era el camino para buscar una solución del país.
Centrar el discurso en responsabilidad ajena quitaba minutos a las soluciones que todos los mandantes necesitaban. Si bien la comunicación buscaba ser reactiva en el país, a nivel internacional no existió una política clara de comunicación para hablar de las acciones emprendidas por el Gobierno para mitigar la protesta social.
Pero así como existieron errores, hubo aciertos. Entre ellos, por ejemplo, cambiar la sede de Gobierno para dar estabilidad al primer mandatario. Sin embargo, no entraremos en detalle de este tema, ya que no nos compete analizar. Bajo este contexto, el dirigir una Cadena Nacional acompañado por los altos mandos de las Fuerzas Armadas y líderes de los distintos órganos de poder del Estado trasmitió estabilidad y tranquilidad a quienes dudaban de una posible caída del Gobierno.
El diálogo y la derogación del subsidio al precio de la gasolina, aunque a muchos no gusto, quizá fue la salida más ecuánime para el país. Sin embargo, en el desarrollo del mismo se cometieron nuevos errores.
La confidencialidad en casos de crisis es un factor preponderante, quienes deben manejar detalles de las negociaciones debe exigir a un grupo reducido y de extrema confianza del primer mandatario.
Bajo ningún precepto informativo y de seguridad debió filtrarse los lugares donde se realizarían los diálogos. El Gobierno, al ser el órgano de control de toda una nación, no puede exponerse a diálogos abiertos de transmisión nacional y permitir el uso de celulares o dispositivos móviles a todos los asistentes, a excepción de las personas autorizadas.
La omisión de este último punto provocó que videos, donde se discuten detalles de la negociación, se filtren a nivel nacional y a todo el país. Los puntos descritos terminaron debilitando la imagen del Gobierno actual.
Hoy la situación del país parece haber sido superada, aunque detrás de este queden grandes aprendizajes comunicacionales y que correctamente aplicados podrían mitigar en algo las fatales consecuencias de las que fuimos testigos.
A Ecuador y a su Gobierno le queda una enorme necesidad: lograr que sus públicos internos (mandantes) retomen la confianza en sus líderes y a nivel externo que empresas o países inversionistas devuelvan los ojos al país para generar estabilidad, paz y transparencia. Ninguna es fácil, estas acciones requieren de campañas sostenibles que evidencien un arduo compromiso y logren calar con los mensajes correctos a cada audiencia.
Es en estos momentos críticos es cuando los gobiernos deben realizar una radiografía inmediata de aspectos positivos y negativos de la gestión y están obligados a rediseñar una estrategia de comunicación que permita afianzar su compromiso por el país.
Para ello, se deberán realizar campañas de socialización que vayan direccionadas a periodistas de opinión extranjeros para que hablen de las riquezas que tiene el Ecuador. Así, desde las redacciones del mundo, se hablará de la gente amable, gastronomía y la belleza de los rincones mágicos del Ecuador.
Es hora de que el Estado, empresa privada y cámaras de producción empiecen a trabajar en temas más específicos; por ejemplo, realizar ferias y charlas con referentes internacionales para abrir nuevas puertas de negocios y, además, para mostrar al país como un destino turístico.
El Estado está en la obligación de usar sus canales comunicativos, trabajar de la mano con el sector productivo y, además, juntarse con todas las manos posibles para que la estrategia de comunicación vaya de la mano con las acciones.
Mercedes Córdova